Nuestra sociedad indudablemente se
debate en un gran desafío en este momento, una crisis moral en todos los
órdenes que a muchos no ha dejado atónitos, una crisis económica a mi juicio
como economista con características muy particulares, la misma se expresa en
una sensación generalizada de desesperanza en la mejora de la calidad de vida y
costo de la vida de nuestra gente, como muestra, una canasta familiar sin
precedentes que supera más de 33 mil pesos mensual en la familia promedio,
cuando los ingresos del primer quintil de la población está en el suelo, y
sumemos a eso las pobres expectativas de mejoras del sector empresarial Dominicano
y la desaparición de la clase media a la vista si no hacemos reformas de tipo
estructural como la de los años 90’s como lo fue el nuevo programa económico (NPE)
que permitió un cambio de modelo económico de nuestro país generando miles de
empleos y un modelo económico muy favorable que funciono por más de 15 años.
Hoy en día, las reforma que requiere
el país son otras y con otras naturalezas, tanto nacional como
internacionalmente en materia económica, una no solo mejora de nuestro modelo
exportador, haciéndolo más eficiente y rentable, el cambio de la matriz
energética para que sea más agradable al medio ambiente y de precios accesibles
para el pueblo y para el sector industrial que nunca será competitivo con estos
costos de la energía eléctrica, y ni hablar del sistema de salud dominicano, la
seguridad social y la Educación que esta demás decir que damos vergüenza a cada
informe internacional que nos mide como nación.
Hace más de 3 años tuve la
oportunidad de conocer personalmente a un hombre que pretendía ofrecerle al
país una solución responsable a la situación nacional en la que he descrito, en
ese momento el presidente Hipólito Mejía tenia no más de un 3 por ciento de
aceptación en el mercado electoral Dominicano, y mucho me preguntaron, que por
que apoyar a un líder con tan pocas posibilidades de victoria, mi respuesta fue
y ha sido la misma, cuando conocí al Presidente Hipólito en el acto conectó en
mi dé el tres condiciones que siempre he valorado en una persona, la
Sinceridad, no resisto las personas con poses y falta de transparencia; segundo
al escucharlo note que Hipólito Mejía, no renuncia ni negocia sus principios y
convicciones, y tercero a él todo el mundo le reconoce sus valores familiares y
su ejemplo como Padre.
Nuestra peor crisis en este momento
es la crisis del sistema democrático nacional, un cómplice de la corrupción nos
gobierna, un inmoral confeso que dijo usaría los recursos públicos y con ello
evitar caer preso y que se generara el cambio real en las elecciones pasadas
pretende volver a depredar lo nuestro en el 2016 y una quinta columna que no se
ruboriza con ser un traidor y hacer negocios con los morados tiene secuestrado
el único instrumento que nos queda para romper la dictadura disfrazada de la
ridícula democracia que respiramos.
La gran pregunta que cualquiera se
hace es ¿qué hacer?, a mi juicio es entender que necesitamos una persona con
trayectoria probada capaz de someter a corruptos ante la justicia no importa si
es del sector público o privado, comprender que necesitamos un líder donde
todos ponernos a respaldar su propuesta de nación, una propuesta que represente,
experiencia de estado probada, voluntad política para hacer los cambios que de
una vez y por toda requiere nuestra nación, valores cristianos y familiares necesarios
para generar un desarrollo económico y humano cónsono con los principios de
nuestros padres fundadores, ese Líder es Hipólito Mejía, hoy más que
nunca nuestra nación requiere de su concurso para esta apuesta épica que
libraremos como gladiadores y que debemos vencer para salvar esta bella nación.
Por ultimo termino con esta narración
de la historia que tiene carácter de leyenda dirigida a mi líder, Hipólito
Mejía, les cito:
“En el año 335 a.C., al llegar a la costa de Fenicia, Alejandro Magno
debió enfrentar una de sus más grandes batallas. Al desembarcar comprendió que
los soldados enemigos superaban en cantidad, tres veces mayor, a su gran
ejército.
Sus hombres estaban atemorizados y no encontraban motivación para
enfrentar la lucha. Habían perdido la fe y se daban por derrotados. El temor
había acabado con aquellos guerreros invencibles.
Cuando Alejandro Magno hubo desembarcado a todos sus hombres en la costa
enemiga dio la orden de que fueran quemadas todas sus naves.
Mientras los barcos se consumían en llamas y se hundían en el mar,
reunió a sus hombres y les dijo: "¡Observen como se queman los barcos, esa
es la única razón por la que debemos vencer, ya que si no ganamos, no podemos
volver a nuestros hogares, y ninguno de nosotros podrá reunirse a su familia
nuevamente, ni podrá abandonar esta tierra que hoy despreciamos!
¡Debemos salir victoriosos en esta batalla, ya que solo hay un camino de
vuelta y es por el mar.
¡Caballeros, cuando regresemos a casa lo haremos de la única forma
posible, en los barcos de nuestros enemigos!"
Cuantas veces la falta de fe, el temor y la
inseguridad, el estar atado a lo seguro nos priva de conseguir nuevos éxitos,
nos hace renunciar a los cambios, nos hace renunciar a los sueños, nos hace
negar los anhelos y las metas que están grabadas en lo más profundo de nuestros
corazones.
Cuantas veces la seguridad de poseer algo, nos
hace renunciar a la posibilidad de conseguir algo mucho mejor, cuantas veces lo
que tenemos fácilmente a nuestro alcance nos impiden crecer, haciendo que la
seguridad se convierta en mediocridad, en fracaso y en monotonía.
Debemos saber que perseverando todo puede
lograse. Que el amor y la fe nos dan la fuerza necesaria para obrar milagros en
nuestras vidas si así lo deseamos.
Que las personas perseverantes inician su éxito
donde otras acaban por fracasar, que ningún camino es demasiado para el hombre
que avanza decidido y sin prisas teniendo claro sus objetivos.
El ejército de
Alejandro Magno venció en aquella batalla, regresando a su tierra a bordo de
los barcos conquistados al enemigo.
Los mejores hombres no son aquellos que han
esperado las oportunidades, sino quienes las han buscado y las han aprovechado
a su tiempo, quienes han asediado a la oportunidad. Quienes la han conquistado.
Las condiciones para lograr el éxito no son
siempre fáciles, no hay otro método que trabajar duro, ser tenaz, soportar,
tener fe, luchar, creer siempre, no rendirse y jamás
volver la espalda.
Presidente Hipólito, este es el
momento de planificar la victoria, este es el mejor momento de que usted,
nuestro indiscutible líder, enfrente a la maledicencia que nos desgobierna y a
los asomos de dictadura y corrupción que se apropia de los sueños de los más
necesitados, de una nación decente que tenemos que dejarle a los nietos e hijos de mucha gente.
¡Que vivan nuestros padres
fundadores!!!... ¡Que viva la República Dominicana!!!..
Publicar un comentario