Desde que Juan Bosch Gaviño llegó del exilio en 1962,
gratuitamente fue víctima de una
abominable y tenaz persecución política e intelectual por parte de la rancia oligarquía criolla, quienes a través de los medios de comunicación de
masas, manipularon a una parte importante de la población para poder ejecutar
su proyecto en cierne, que tenía como objetivo final impedir que las ideas redentoras y
emancipadoras puesta en marcha por el Presidente Moral, calaran en la mente de
la mayoría del pueblo dominicano, haciendo conciencia de la necesidad de
enrumbar el país por el camino del progreso y desarrollo, pero con equidad
social.
A esa
persecución y difamación contra Bosch se
sumaron sin pensarlo dos veces, aquellos que durante mucho tiempo se autoproclamaban
como defensores de los sectores más vulnerables de la sociedad, entre los cuales la Unión Cívica Nacional, la
falsa y trasnochada Izquierda y los que por envidia y deseo de ascenso vieron en Bosch
el freno a sus aspiraciones desmedidas de querer llegar al poder para obtener
pingues beneficios.
La Iglesia Católica,
pese a ser la representante de Dios en
la tierra, no estuvo ajena a ese despropósito antinacional, creando las
condiciones para el descredito contra el maestro de las Obras: “De Cristóbal
Colón a Fidel Castro, Frontera Imperial, El Pentagonismo, sustituto del
Imperialismo, La mañosa y Composición Social Dominicana, entre otras.
Con sus prédicas
certeras llanas y elocuentes y con un discurso de unidad y solidaridad, pro
dominicano, Juan Bosch logró ganarse el corazón del pueblo y en las elecciones
del 1962, como candidato del partido Revolucionario Dominicano PRD, le encestó
una humillante derrota a la UCN, dejando a los sectores rancios enemigos del
pueblo alicaídos, aunque siempre dispuestos a crear las condiciones para la
conjura antidemocrática en contra del proyecto revolucionario encarnado el
líder del exilio en contra de la tiranía trujillista.
Pero la
inconformidad de esos sectores recalcitrantes ligados a la beligerancia del
poder imperial norteamericano, que
siempre vieron a Bosch como la antítesis
a su proyecto de saqueo y despojo de
nuestras riquezas y de la soberanía nacional, pusieron en acción su plan para abortar
con un inhumano golpe de Estado, el proyecto más hermoso y consecuente que se
haya conocido en este país, en favor de la mayoría de los herederos de Duarte y
Luperón.
Las acciones en favor del pueblo dispuestas por el
gobierno democrático del 1963, ciertamente llevaron a la oligarquía, a la Iglesia Católica y a un sector de los militares, a conspirar creando primero campañas de desinformación y
un escenario poco receptivo a las buenas ejecutorias del presidente y maestro
del pueblo, don Juan Bosch, violando con esto la constitución y los preceptos cristianos enarbolados por la
humanidad.
Con el
golpe de Estado en contra del gobierno de Bosch, la nación retrocedió
varias décadas de lo que pudo haber sido
su despegue definitivo hacia un estadio diferente al de hoy, cuestión que era el despertar concebido por Bosch,
para desterrar el hambre, el analfabetismo, la falta de salud y la exclusión social, que aún en los
gobiernos de su propio partido están vigentes.
Hoy sin
embargo, muchos de sus seguidores se mantienen dubitativos y pocos creyentes de
lo que en verdad representó el maestro como
columna indiscutible de moralidad, decencia y solidaridad.
Cabe
recordar que en los gobiernos del partido formado por Bosch los enemigos históricos de él son los que al parecer tienen
las condiciones para ocupar posiciones importarte en el aparato estatal,
en desmedro
de los que siempre han levantado la bandera de la dignidad y el
decoro, como lo hizo el ex presidente en
vida.
Pues, quienes combatieron a Bosch con más ferocidad con invenciones
y calumnias de todo tipo, a través de los medios de comunicación, hoy están
siendo premiados y condecorados como si fueran realmente los que tuvieran la
razón en sus inventos contra Bosch.
Eso no
puede ser señor presidente, Juan Bosch vive y es el paradigma de todos
nosotros, aunque los que gobiernan trillen el camino de premiar a sus
adversarios y detractores gratuitos.
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