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lunes, 17 de enero de 2011

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EL TIRO RAPIDO Por Mario Rivadulla

El Presidente Leonel Fernández ofreció esta semana un dato importante sobre el crecimiento comparativo del Producto Interno Bruto del país durante el período 2004 al 2010.
Según el mandatario en el curso de estos últimos seis años, el mismo se incrementó de 19 mil millones de dólares al comienzo del sexenio hasta alcanzar la cifra de 53 mil millones al final. Oportuno destacar que este significativo incremento se registró con el valor del peso apreciado frente al dólar en el marco de una muy aceptable estabilidad, mostrando muy moderadas variaciones.

Que la economía ha estado creciendo a ritmo constante y significativo escapa a toda duda o visión parcializada, por más que ésta encuentre su explicación en el campo oposicionista como parte de su papel crítico. Pero los números están ahí, ofrecidos por el Banco Central y comprobados y admitidos por el Fondo Monetario Internacional, que no es precisamente un organismo complaciente y por otras instancias internacionales.

Pero cuenta también la evidencia de los resultados de los bancos, de la industria turística que el mismo pasado año a pesar de todas las inconveniencias registró resultados positivos, del sector seguros que constituye un buen indicativo del auge de los negocios que reporta un crecimiento del 4.40 por ciento en relación al 2009, con m-as de 24 mil 213 millones de pesos en primas cobradas.

De otro lado, la dinámica inversionista, tanto nacional como extranjera. El surgimiento de nuevas plazas comerciales con inversiones multimillonarias y la expansión de las existentes y más conocidas, tanto en la capital como en otras localidades del interior, la inauguración de nuevos complejos turísticos y las telecomunicaciones que este año invertirán cientos de millones de dólares en la expansión y cada vez mayor modernización de sus redes y nuevos servicios de avanzada.

Obviamente, las cifras reflejan también un incremento apreciable en el curso de esta media docena de años partiendo del año base 2004, en el per cápita. O sea, el ejercicio teórico mediante el cual dividiendo el total de la riqueza generada entre la cantidad de habitantes nos da el promedio de dólares que correspondería a cada uno si todos recibiéramos la misma suma. En nuestro caso, debe estarse acercando a los cinco mil dólares por cabeza.

Ahora bien, esta cifra no es real porque no todos percibimos lo mismo. De hecho, pese a que se reporta y reconoce bajo auditoria internacional que se ha reducido la pobreza en alrededor de un 4 porciento, todavía un estimado del 45 por ciento de la población dominicana vive en condiciones de pobreza moderada a extrema. O sea, que hay todavía una falta de adecuada sintonía entre el crecimiento económico y el desarrollo social. No marchan al mismo ritmo por cuanto una minoría recibe en exceso y una gran mayoría por el contrario, percibe ingresos muy reducidos, inferiores al costo de un nivel razonable de vida.

El año pasado, según cifras del Banco Central, se crearon unos ciento sesenta mil empleos. De acuerdo al Ministerio de Trabajo un 56 por ciento de la ocupación laboral en el país se registra en la llamada economía informal, la del que sale día a día a buscársela en la calle, un 30 está empleado y recibe un ingreso fijo y un 14 figura en el ejército de los desocupados.
La meta es aumentar los empleos, sobre todo fijos, que es la única forma realmente eficaz y sostenida de combatir la pobreza. Hacer que la prosperidad toque a una mayor cantidad de hogares. Que el bienestar quede mejor distribuído y no concentrado en un número reducido de ciudadanos.

De ahí que los propios empresarios, conscientes de que tan pronunciados y extendidos desniveles de ingresos se traducen en negativas y potencialmente peligrosas expresiones de zozobra social, hayan planteado de manera reiterada el cambio de modelo económico para hacerlo más participativo. Es una buena señal de sensatez. Es en un clima de seguridad y tranquilidad social, que el capital se desenvuelve con mayor fluidez y los negocios prosperan con más rapidez.

De esperar que este modelo pueda implementarse en el más breve plazo posible. Porque como dijo un semiretirado dirigente político del propio oficialismo hace algunos años, lo que movió a chanza, “el mal comío, no piensa”. Para que los “mal comíos” puedan pensar y actuar en consecuencia con la debida sensatez es preciso crear las condiciones para que ellos y sus familias puedan comer las 3 calientes y cubrir las demás necesidades de un vivir decente.

Tal. debe ser una consigna de prioridad.

TELEDEBATE. Telefuturo, Canal 23,. “teledebate@hotmai.com”

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