La paradoja de la vida, qué extraño es.
No es una historieta, no es un cuento de Ada, no es una broma inventada, es la cruda y triste realidad de la vida de un ser humano, que se sacrifica sin importan distancia ni tiempo para llegar hasta un recinto académico, con muchas restricciones y limitaciones económicas.
Para tener la oportunidad de ostentar el titulo que lo acredita para impartir docencia en una aula. Después de estar facultado para insertarse a la sociedad productiva, el viacrucis que tiene que recorrer para ser tomado en cuenta dentro del sistema educativo, es como si fuera ir al calvario.
Que conste los que tienen este privilegio, por que mucho terminan no teniendo esta dicha, hay que resaltar que ese maestro, formador de conductas es la espina dorsal, la base creativa que define todas las demás carreras, o sea en sus manos esta la creación de los nuevos profesionales de las distintas áreas del conocimiento. Siendo así entonces debiera vivir en otra condiciones ante la sociedad, sin embargo la vida del maestro es como la del chinero pelar para que otro chupe.
Esto es así:
Ø Por que para el maestro tener un medio de transporte, tiene que empeñar su salario en la cooperativa.
Ø Para el maestro tener una mejora donde morar, tiene que empeñar su salario en la cooperativa.
Ø Para el maestro tratar de vivir una vida con apariencia de dignidad, tiene que empeñar su salario en la cooperativa.
Pero lo que es más complejo, es la tasa de intereses que varía cada día, siempre en orden ascendente en detrimento del bolsillo del maestro, que es quien sostiene a ese emporio económico mediante los ahorros que se le descuenta de manera automática cada mes.
Ese es el dilema del maestro por no tener un salario propicio, justo que le permita vivir decentemente como ente de la Sociedad Dominicana.
Att.
Lic. Israel Gálvez
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