Ayer fue día de sombras y luces en el Palacio Nacional.Por Mario Rivadulla
Paradójicamente lo fue de sombras al mediodia , la hora en que el sol cae de plano sobre la tierra y calienta con más fuerza, cuando la sede ejecutiva acogió los restos mortales de quien durante cuatro años fue su huésped principal,. el ex presidente Salvador Jorge Blanco, para rendirle los honores póstumos correspondientes a su rango.
Los recibió conforme al protocolo, con una guardia de honor encabezada por el Presidente Leonel Fernández y el Vipresidente Rafael Albuquerque. Correspondió al primero pronunciar el panegírico del desaparecido ex mandatario. Lo hizo exaltando los méritos que exhibió el doctor Jorge Blanco a lo largo de su vida como abogado prominente, experimentado profesor de Derecho, político, senador y finalmente, Jefe de Estado en circunstancias que, como resaltó la oración fúnebre, fueron especialmente difíciles y cuyo balance remitió al juicio de la historia. Pero, sobre todo, puso énfasis en una condición que resiste el más riguroso experticio crítico y fue su condición de demócrata.
Fue también éste, su apego a la democracia, la virtud resaltante en la controversial carrera política de Carlos Andrés Pérez, el hombre por dos ocasiones ejerció la presidencia de Venezuela, cuyo segundo período se distinguió por tener que enfrentar condiciones exrtremadamente adversa. Fallecido y sepultado casi al unísono que el doctor Jorge Blanco, en cuya misma corriente social demócrata militó, a diferencia de éste no recibió honores ni fue acogido por la tierra que le vió nacer, a cuyo derecho renunció por propia voluntad llevando su inconformidad con el actual régimen que gobierna su país hasta más allá de la muerte.
De luces, en cambio, fue la jornada a la hora que antecede al crepúsculo, cuando el Salón de Embajadores se vistió con la gala de una nutrida presencia de destacadas figuras pertenecientes sobre todo al mundo de la intelectualidad, para acoger a Mario Vargas Llosa, el laureado escritor peruano español, una de las cumbres de la literatura hispana, que ayer recibió la condecoración de la Orden Heráldica Cristóbal Colón en el grado de Gran Cruz Placa de Plata. Un honor que al ser dispensado a quien lo merece sobradamente, honra también al país.
Fue preciso, ajustado y hermoso el discurso conque el Ministro de Cultura, José Rafael Lantigua motivó el reconocimiento a Vargas Llosa. Emotivas en grado sumo las palabras improvisadas por éste, donde resaltó los fuertes lazos que le unen a la República Dominicana. E igualmente de gran altura el también improvisado discurso del Presidente Leonel Fernández, donde puso de manifiesto la justeza del merecido Nobel otorgado al homenajeado, más resaltante por injustamente tardío.
En Vargas Llosa, grande como notable intelectual de las más variadas facetas y como persona en la sencillez de su trato, resalta además una cualidad de especial importancia en esta época donde los valores éticos y esenciales se ven tan a menudo avasallados por los intereses materiales. Es su eterna rebeldia ante la injusticia., su apasionada defensa de los derechos humanos y las libertades públicas y su indeclinable e indiscriminada cruzada contra toda forma de opresión y autoritarismo sin barreras ideológicas que lo frenen.
Tan cercano a nosotros por la recreación histórica de La Fiesta del Chivo, que según sus propias palabras, debe servir de permanente recordatorio para que nunca más se repita la trágica historia del trujillato en el país y por la filmación de Pantaleón y las Visitadoras, otra de sus obras más notables, llevada a la pantalla en suelo dominicano, su vinculación es mayor por haber adquirido aquí una propiedad vacacional para él y su prolífica familia y pasar estos días en suelo dominicano, para como nos expresó su hijo Alvaro, quien ha seguido el sendero de su progenitor con gran brillantez pero andando con sus propios pasos, poder reposar las fatigas que traen aparejados los esplendorosos y merecidos recogimientos recibidos en las últimas semanas.
Su presencia y su estancia entre nosotros, es un singular honor para el pais.
TELEDEBATE. Telefuturo, Canal 23. “teledebate@hotmail.com”
Los recibió conforme al protocolo, con una guardia de honor encabezada por el Presidente Leonel Fernández y el Vipresidente Rafael Albuquerque. Correspondió al primero pronunciar el panegírico del desaparecido ex mandatario. Lo hizo exaltando los méritos que exhibió el doctor Jorge Blanco a lo largo de su vida como abogado prominente, experimentado profesor de Derecho, político, senador y finalmente, Jefe de Estado en circunstancias que, como resaltó la oración fúnebre, fueron especialmente difíciles y cuyo balance remitió al juicio de la historia. Pero, sobre todo, puso énfasis en una condición que resiste el más riguroso experticio crítico y fue su condición de demócrata.
Fue también éste, su apego a la democracia, la virtud resaltante en la controversial carrera política de Carlos Andrés Pérez, el hombre por dos ocasiones ejerció la presidencia de Venezuela, cuyo segundo período se distinguió por tener que enfrentar condiciones exrtremadamente adversa. Fallecido y sepultado casi al unísono que el doctor Jorge Blanco, en cuya misma corriente social demócrata militó, a diferencia de éste no recibió honores ni fue acogido por la tierra que le vió nacer, a cuyo derecho renunció por propia voluntad llevando su inconformidad con el actual régimen que gobierna su país hasta más allá de la muerte.
De luces, en cambio, fue la jornada a la hora que antecede al crepúsculo, cuando el Salón de Embajadores se vistió con la gala de una nutrida presencia de destacadas figuras pertenecientes sobre todo al mundo de la intelectualidad, para acoger a Mario Vargas Llosa, el laureado escritor peruano español, una de las cumbres de la literatura hispana, que ayer recibió la condecoración de la Orden Heráldica Cristóbal Colón en el grado de Gran Cruz Placa de Plata. Un honor que al ser dispensado a quien lo merece sobradamente, honra también al país.
Fue preciso, ajustado y hermoso el discurso conque el Ministro de Cultura, José Rafael Lantigua motivó el reconocimiento a Vargas Llosa. Emotivas en grado sumo las palabras improvisadas por éste, donde resaltó los fuertes lazos que le unen a la República Dominicana. E igualmente de gran altura el también improvisado discurso del Presidente Leonel Fernández, donde puso de manifiesto la justeza del merecido Nobel otorgado al homenajeado, más resaltante por injustamente tardío.
En Vargas Llosa, grande como notable intelectual de las más variadas facetas y como persona en la sencillez de su trato, resalta además una cualidad de especial importancia en esta época donde los valores éticos y esenciales se ven tan a menudo avasallados por los intereses materiales. Es su eterna rebeldia ante la injusticia., su apasionada defensa de los derechos humanos y las libertades públicas y su indeclinable e indiscriminada cruzada contra toda forma de opresión y autoritarismo sin barreras ideológicas que lo frenen.
Tan cercano a nosotros por la recreación histórica de La Fiesta del Chivo, que según sus propias palabras, debe servir de permanente recordatorio para que nunca más se repita la trágica historia del trujillato en el país y por la filmación de Pantaleón y las Visitadoras, otra de sus obras más notables, llevada a la pantalla en suelo dominicano, su vinculación es mayor por haber adquirido aquí una propiedad vacacional para él y su prolífica familia y pasar estos días en suelo dominicano, para como nos expresó su hijo Alvaro, quien ha seguido el sendero de su progenitor con gran brillantez pero andando con sus propios pasos, poder reposar las fatigas que traen aparejados los esplendorosos y merecidos recogimientos recibidos en las últimas semanas.
Su presencia y su estancia entre nosotros, es un singular honor para el pais.
TELEDEBATE. Telefuturo, Canal 23. “teledebate@hotmail.com”
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